Conclusión

 

La competencia comunicativa ha sido desgranada en distintas taxonomías que llevan a la conclusión de que no existe una visión unívoca de las subcompetencias que la integran. De entre todas  ellas, la léxico-semántica, tras décadas sin centrar mucho interés, ha ido cobrando, a la luz de las investigaciones sobre el adquisición de segundas lenguas, relevancia. Gracias a esto, en los últimos tiempos hemos vivido un replanteamiento del proceso de enseñanza y aprendizaje del léxico. Se ha pasado de un aprendizaje absolutamente memorístico y descontextualizado (y de una estructuración cognitiva lineal de los elementos léxicos) a un aprendizaje marcado por la motivación, las necesidades del discente y la contextualización, al tiempo que cognitivamente, se asume que el almacenaje de las unidades léxicas en la memoria se produce en una estructura tridimensional de red, el lexicón, donde los elementos se interconectan mediante uniones asociativas.


Los estudios sobre el léxico inciden en que se estimula su aprendizaje favoreciendo la creación de redes, porque la fijación de una unidad léxica es tanto más efectiva cuantas más conexiones pueda hacer con elementos que ya integraban el lexicón. Por tanto, no solo hay que aumentar cuantitativamente las unidades léxicas, es esencial un aumento cualitativo; esto es, no circunscribirnos a enseñar palabras nuevas, sino también aumentar la información en torno a elementos  que ya existen, incrementando sus conexiones: podemos, de esta forma, reforzar la posición de un elemento.

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